El Departamento de Defensa Civil filipino informó que 916 mil 863 personas fueron trasladadas a zonas seguras mientras el poderoso fenómeno se aproxima, apenas días después del paso del tifón Kalmaegi, que dejó más de 220 muertos y un centenar de desaparecidos.

“Mientras hablamos, la población de Catanduanes siente los efectos del tifón, especialmente porque el ojo de la tormenta se encuentra más cercano allí”, declaró Rafaelito R. Alejandro, responsable de Defensa Civil, durante una conferencia de prensa.

Las autoridades ordenaron el cierre de escuelas y oficinas gubernamentales en la isla principal de Luzón, incluida la capital Manila, donde casi 300 vuelos fueron cancelados. En Catanduanes, una de las zonas que podría recibir un impacto directo, se reportan lluvias torrenciales, oleaje elevado y calles costeras inundadas.

Habitantes de la isla relataron que las olas golpean con fuerza desde la mañana y que los vientos intensos han obligado a muchos a asegurar los techos de sus casas con cuerdas y anclajes para evitar daños mayores.

El presidente Ferdinand Marcos Jr. mantiene en vigor el estado de emergencia nacional y llamó a la población a extremar las precauciones, mientras equipos de rescate y asistencia permanecen desplegados en las zonas más vulnerables.

Filipinas, situada en el cinturón de tifones del Pacífico, enfrenta cada año unas 20 tormentas tropicales, con graves consecuencias en términos de inundaciones, deslizamientos de tierra y daños a la infraestructura.

La llegada de Fung-wong ocurre en una temporada de ciclones excepcionalmente activa: con este fenómeno, ya son 27 los tifones registrados en 2025. Expertos atribuyen esta inusual intensidad al calentamiento de los océanos, que alimenta sistemas más extensos y destructivos en todo el sudeste asiático.

En Vietnam, donde Kalmaegi tocó tierra el viernes, las autoridades reportaron cinco muertos, tres desaparecidos y más de 2,800 viviendas afectadas, además de 1.3 millones de hogares sin electricidad.

Con información de agencias